martes, 4 de octubre de 2011

TESTIMONIOS

Esta sección presenta las palabras de la familia, de los amigos, de la gente que nos quiere, dejando testimonio de cómo vivieron la llegada de Moni, de lo que la adopción ha representado para ellos.


MARIA JOSÉ, PRIMA

LA VERDADERA “MANO DE DIOS”

“Lo que más os despierte a amad, eso haced”

STJ

Siempre me resultó gracioso sospechar que Dios hubiera metido su cuchara para anotar un gol en cuartos de final del mundial de México ’86, vamos, si fuera la final tal vez podría empezar a creérmelo. Pero esto es más bien a cerca del verdadero toque de Dios en nuestras vidas y para mí un claro ejemplo es la llegada de Moni a nuestra familia. 
No hay en el mundo mayor fuente de esperanza que los niños, claramente están para recordarnos a qué venimos, cual es el camino y a dónde vamos. Pero para mí la historia de Mónica va más allá de eso, ha sido una gran muestra de que Dios, la vida, el universo o como cada quien le llame, tiene un plan y un objetivo en cada cosa que pasa. Que frustrante puede ser el no saber por qué nos pasan las cosas en el presente, pero que rico es ver al pasado y entender que todo tiene una razón de ser. Moni tuvo que estar casi 2 años en su cunita sola, quieta, esperando hasta que llegaron sus papás y con esa magia y sabiduría que tienen los niños les flechó el corazón y llegó para transformar nuestra familia para siempre.
Esa es la verdadera mano de Dios, el plan perfectamente trazado para llegar a la trascendencia exacta en nuestras vidas. Y además de eso ha sido un gran regalo, una gran lección, una carga de batería, una cachetada de esperanza. Ver a Moni crecer, transformar, conquistar, caminar o simplemente ser, es y siempre será un gran privilegio, un motor y un recordatorio de que el amor es lo que hace familia, el amor es lo que mueve el mundo.
Gracias Moni por nacer en nuestro corazón y despertarlo a amar.
María José
30 de septiembre 2011
 China y Moni una semana después de la llegada


YUCA, TIO
COMO UN RAYO DE INTENSA LUZ

Como un rayo de intensa luz, así podría describir en muy pocas palabras lo que significó la llegada de Mónica mi sobrina a nuestras vidas. 
Fui testigo privilegiado del proceso completo de maternidad de Alejandra mi hermana y Carlos mi cuñado, desde la concepción natural, muy complicada pero natural, de Carlos su hijo mayor, los diversos intentos por volverse a embarazar y luego por adoptar un hijo. Procesos por cierto muy desgastantes en la parte física y más, mucho más en la emocional. Finalmente un día decidió que no lo intentaría más, había que soltar esa opción y vivir con un hijo único que por cierto la hacía muy feliz.
Pero la vida siempre guarda sorpresas gratas para quienes se atreven a vivir con el corazón abierto a ellas. Años después de manera repentina e inesperada, en una visita casual –¿o estará mejor decir causal?- a un albergue del DIF los tres miembros de la familia conocieron a una pequeñita, casi inmóvil, asustadiza y llena de miedo, que escondía casi perfectamente un gran ángel que los tres tuvieron la capacidad de percibir. Se enamoraron de ella.

Cuando me lo contó, incluyendo la decisión de intentar adoptarla, mi primera reacción interna fue de miedo a que volvieran a llevarse un golpe al ánimo, que avanzarán los trámites y al final algo se atorará y fracasaran nuevamente en el intento. Había además, un diagnóstico de posibles problemas cerebrales en la niña, pero la decisión estaba tomada: irían hasta el fin del proceso con tal de llevarse a Mónica a continuar su vida junto a ellos.

Una anécdota maravillosa del proceso fue cuando pensando Carlos y Alejandra en quiénes les podrían dar cartas de recomendación –requisito del papeleo- Carlos mi sobrino les dijo: yo les puedo dar un carta de recomendación, si alguien los puede recomendar como padres soy yo y así lo hizo, escribió una carta que en si misma vale una vida de padres.

Y llegó el día. Los trámites tuvieron éxito, todo se completó y Mónica llegó a sus vidas, a nuestras vidas. Fue como decía al principio, como un rayo de intensa luz.
Recuerdo que cuando la conocí me asombró su carita de miedo, su desconfianza hacia los demás, no se separaba de los brazos de su ahora madre y era difícil mantener algún tipo de contacto con ella. Poco a poco el ángel que su familia había visto en ella empezó a aflorar, se fue soltando, su corazón –seguramente herido por su experiencia de vida- se empezó a abrir para dejar entrar el amor que le dábamos y para llenarnos con el amor que ella nos tenía guardado.
Muy poco tiempo después era ya todo un personaje en la familia. Posee una incomparable sonrisa capaz de seducir al más frió de los seres, una mirada llena de ternura, de ansias por comerse el mundo, de ganas de vivir; una energía incansable –siempre me he preguntado si no le pusieron botón de off- y una inteligencia que, además de hacer quedar muy mal a quien haya diagnosticado posibles problemas cerebrales, hace palidecer la inteligencia de todos los que la rodeamos.
Las historias de amor exitosas si existen, esta es una de ellas. Una historia donde el amor triunfó de cabo a rabo, por todos lados. En lo personal Mónica representa para mi esperanza, alegría y amor. Constantemente pienso en ella y es inevitable que me genere una gran sonrisa, me ponga de buenas y me haga creer aún más en las cosas buenas que la vida tiene.
Más allá de su familia nuclear, mi historia con Mónica es una historia llena de agradecimiento porque no se puede convivir con ella sin sentir, pensar y decir al final, gracias vida.
Yuca
Octubre 2011

 Yuca con mis hijos, Navidad 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y tus comentarios!!