Después de varios
meses de ausencia, aquí estoy de vuelta. Justo a tiempo para celebrar el Día de
las Madres.
Tengo el
maravilloso privilegio de ser mamá biológica y mamá adoptiva. Un solo
sentimiento, dos formas diferentes de llegar a nuestra vida. Hijos muy buscados
y muy deseados. Hace casi 20 años que debuté como mamá, son 20 años llenos de
alegrías, satisfacciones y orgullos. Mis hijos son el amor más grande que existe en mi vida. Antes de ser mamá jamás había imaginado que se podía sentir tanto por alguien, que podía pasarme horas contemplando a alguien dormir, que podía sentir que el corazón me iba a estallar en mil pedazos de tanto y tanto amor.
Mi grande se ha
echado a volar, hace un buen rato que no vive en casa, y sin embargo, no lo siento
lejos. El amor y la comunicación que existen entre nosotros no conocen de
distancias. Siempre estamos el uno para el otro. Creo que en nuestra historia
de familia, aparte del amor, la palabra clave ha sido una gran comunicación.
Mis hijos saben que en esta casa se puede hablar de todo, que siempre estaré
para ellos, que las cosas felices las celebraremos juntos, las difíciles
veremos cómo resolverlas también juntos. Que no podrán librar el regaño, pero
que siempre ayudaré en la manera que ellos me necesiten.
Mi chiquita es mi
gran compañera, un gran milagro que llegó a mi vida para voltearla de cabeza.
Con el hermano viviendo en otra ciudad y papá trabajando siempre lejos, Mo y yo
pasamos la mayor parte del tiempo solas. Por ahora mi mundo gira alrededor de su
cole, sus terapias y sus actividades… ahhh claro, y también de mi trabajo y de
la casa. Y de mi gran interés por leer y saber todo lo relacionado con el mundo
de la adopcion, especialmente con la postadopción.
Y es en este
mundo donde he aprendido tantísimo. Uno podría suponer que para ser madre
bastaría con el amor, la dedicación, la comunicación, la disponibilidad, pero
en la maternidad adoptiva esto no basta, se requieren otras
habilidades que en estos seis años he ido aprendiendo. La empatía, la
tolerancia y la flexibilidad son fundamentales. Aceptar que existen diferencias
entre la maternidad adoptiva y la biológica, pero que también tienen muchas
similitudes. Aceptar que nuestros hijos vienen con una historia difícil a
cuestas, una historia en la que no estuvimos presentes, una historia que duele,
aún si en el mejor de los casos no sufrieron maltrato ni estuvieron
institucionalizados. Pero sufrieron un abandono, algunos nada más nacer, otros más grandecitos, y ese abandono
habrá dejado una cicatriz permanente, cicatriz que podemos ayudar a minimizar,
a curar en parte, pero que siempre estará ahí. Empatía para poder ponernos en
el lugar de nuestros hijos, para conectar con ellos y responder adecuadamente a
sus necesidades, compartir sus sentimientos. Flexibilidad y tolerancia para
aceptar a nuestro hijo tal cual es, el hijo real, no el hijo idealizado, flexibilidad
para adaptarnos a sus tiempos, flexibilidad siempre dentro de una
consistencia y una coherencia que ayuden a darles una estructura que será la
base a partir de la cual podrán sentirse seguros en su vida dentro de nuestra
familia.
Y por supuesto…..
una enorme dosis de paciencia.
Muchas felicidades a todas las madres mexicanas en su día!! Un recuerdo lleno de nostalgia para mi mamá, su amor incondicional y su alegría viven en mí por siempre!!
Que bonito! Muchisimas felicidades!!!!! Y espero que, si puedes, nos sigas regalando entradas tan lindas como esta!
ResponderEliminarBesos!
Muchas gracias Lady Cobijo!! Te leo con frecuencia, estoy feliz con tu embarazo, ya te estaré acompañando en esta espera y emocionándome contigo!! Me hiciste recordar aquel día hace más de 20 años cuando después de seis meses de tratamiento y un par de inseminaciones mi test dio positivo!! Abrazote desde México y gracias por leer!!
ResponderEliminar¡Pero qué preciosas palabras! Tienes una familia ADORABLE.
ResponderEliminarGracias Silvia!!
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