sábado, 1 de octubre de 2011

NUESTRA HISTORIA DE ADOPCION


Moni llegó a nuestra fa­milia hace cinco años, cuando tenía casi dos años de edad. Carlos, nuestro hijo biológico, en ese entonces tenía 14 años. Por mucho tiempo habíamos buscado tener otro hijo, primero a través de tra­tamientos de fertilidad y posterior­mente en varios intentos de adopción que nunca fructificaron.
Un día visitamos un albergue donde nuestra princesa estaba en su cunita. Desde el primer momento en que la vimos, supimos que era la hija adorada que tanto habíamos esperado. Fue conocerla y caer inmediatamente enamorados los tres. Nos sonrió y a partir de ese momento nuestros corazones quedaron enlazados para siempre.
En el DIF nos informaron que nues­tra nena estaba ahí desde los cinco días de nacida y que nunca había sido dada en adopción porque tenía un severo problema neurológico. A sus casi dos años no caminaba, no hablaba y presentaba un fuerte atra­so en todo su desarrollo. Nosotros estábamos seguros que era nuestra, que podríamos darle la familia que tanto necesitaba y que con nuestro amor la convertiríamos en la niña más feliz del mundo. Es­tábamos conscientes de que habría de­safíos a vencer y que tal vez fueran necesarios cuidados médicos, tera­pias y educación especial. Nada de eso pesó en nuestra deci­sión, la habíamos conocido y ya era nuestra hija.
Al poco tiempo llegó a vivir con nosotros, la felicidad que hemos vivido desde su llegada es indescriptible. Ella llena de alegría nuestros días, su sonrisa ilumina nuestro mundo. La magia de ver cómo se integró a nuestro entorno y sus grandes avances, han sido moti­vo de celebración y mucho regocijo. A cinco años de su llegada, nuestra nena presenta un desarrollo normal, asiste a un colegio regular y única­mente estamos con apoyo de terapia para reforzar las áreas de len­guaje, de aprendizaje y emocional. Es increíblemente perceptiva y observadora y enamora a todo el que se le pone enfrente. Va repartien­do alegría y amor por donde pasa. Es una niña muy querida por su abue­la, tíos, primos, nuestros amigos y por todo el mundo que la conoce.
Durante todo este tiempo ha estado en seguimiento con un neurope­diatra, obviamente el diagnóstico estaba muy equivocado. Lo único que nuestra chiquita necesitaba era amor y estimulación, tanto así que el mismo día que llegó a casa em­pezó a caminar.
La adopción es un proceso maravi­lloso que nos hizo crecer como fa­milia. Soy mamá de panza y mamá de corazón, puedo asegurar que quiero igual de intensamente a mis dos hijos. Cuando tienes un hijo biológico hay muchas cosas que se dan por sentadas; cuando adoptas, cada paso adquiere una dimensión mágica, una fuerza arrolladora.
En casa el tema adopción se trata con mucha naturalidad; desde el día en que la gorda llegó, le platico lo felices que fuimos de haberla en­contrado, le repito mil veces que es una hija muy buscada y muy desea­da. Consideramos que nuestra hija siempre debe saber toda su historia, hasta donde nosotros la conocemos, conforme ella vaya preguntando y según lo pueda entender a medida que vaya creciendo.
Con respecto al hermano, no se cambia por nadie. Hay una dife­rencia de 12 años entre uno y otro, mientras nuestra nena está por empezar la primaria, él está ya en la universidad. Esta diferencia en edades también nos ha permitido gozar al máximo a nuestros dos hijos. Cuando le pregunto a nuestro hijo qué tal es tener una hermana, la respuesta es que es mucho mejor de lo que se imaginaba, no le ha im­portado tener que compartir a sus padres ni renunciar a cosas materiales que como hijo único solía disfrutar. Ver el amor entre los dos conmueve hasta las lágrimas. Para Moni él es su héroe; para Carlos, ella es el mayor tesoro.
Estamos muy orgullosos de nues­tra pequeña princesa. Nunca nos cansaremos de agradecer a Dios y a la vida el habernos bendecido con dos hijos maravillosos, uno que nos convirtió en padres y llegó por panza, otra que se instaló directo en nuestro corazón y nos permitió completar la familia que siempre soñamos.
No importa la manera en la que nos convirtamos en madres, a través del embarazo o a través de la adopción, ser madre te llena la vida de un amor que nunca podrías haber imaginado, te cambia la vida PARA SIEMPRE.

    
   

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir tus bellos momentos y a tu bella familia tu blog es hermoso. cariños

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    1. Gracias Evelyn por visitarme y por tus palabras!! Te mando un abrazo grande!!

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Gracias por tu visita y tus comentarios!!